Me llamo Maria del Carmen pero todo el mundo me llama Mari. Tengo 56 años y hace 22 que trabajo en el hospital entregando y recogiendo las batas y peucos de los pacientes que entran a quirófano. Parece muy sencillo mi trabajo pero nadie sabe lo que resulta realmente, porque tengo contacto directo con los pacientes y son ellos mismos a quienes rozo la mano a primera hora y, luego, un par o tres horas más tarde, otra vez. Hace unos días le di una de las batas y peucos más pequeños a una chica de unos 15 años, sabía de ella que la operaban de algo arriesgado pero no grave al completo. Yo, ese día doblaba turno y me quedé esperando a que volviese, pero no volvió.
¿Son de verdad? A veces las pienso, las pronuncio, las leo, las escribo, las canto, las asimilo, las creo, las vivo... a veces responden como frías, dulces, agrias, fuertes, altas... las mandamos a un niño, un adulto, un padre, un amigo, un amor; pero la magia de todas éstas es que no se gastan, porque mudos, jóvenes, mimos, astronautas, pensionistas... todos, todos las sienten aquí dentro. Me pregunto cuantos son los que aprecian cuando son para uno mismo. Palabras... PALABRAS PARA QUIEN.
20/12/10
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